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C.10.1

Capítulo 10.1

El asedio a Goddard (parte 1)

Dejé la pluma a un lado y me levanté para observarme frente al espejo de la habitación. Desde que me hice swordsinger había adquirido el extraño tic de frotarme la cabeza mientras leía las partituras nuevas, y ahora observaba ante el espejo las consecuencias de ello. Tal vez me tomaría días devolverle la forma a mi cabello. Resignada me dirigí al escritorio y observé por la ventana: En dos días más sería mi primer asedio y tenía que aprender esa nueva canción.

Todo fue tan de golpe…

Poco después de haber logrado mi cambio de clase, ocurrió el accidente que había soñado. Gran parte de los miembros del clan buscaron otros lugares (entre ellos yo). Fue entonces cuando conocí a Deja Vu y al clan LK. Estuve allí poco tiempo, sin embargo fui capaz de hacerme amiga de varios del clan. Aún recuerdo los momentos que pasé con Rest, Simbelmyne y los miembros del clan. Sin embargo, mi clan anterior volvió y tontamente regresé con ellos. Ya no era lo mismo y sentía que debía buscar un lugar mejor.

Fue entonces cuando me encontré con ella de nuevo…

Fue en un accidente en Giran. Por algún extraño motivo, monstruos de la torre de la insolencia se habían fugado y habían llegado a la ciudad causando pánico total. Entre los afectados estábamos yo, Mora y su pequeña hermana Frappe.

- ¿¡PERO QUÉ DEMONIOS ES ESO!?- Exclamó la enana observando hacia el techo del templo de Einsahad. Dirigí mi mirada y me hallé con los cuernos de un demonio gigante.

- Frappe, ve a refugiarte a la warehouse.- Le dije a la tímida artesana. Hace pocos días que había cambiado de clase, así que no podía correr riesgos. Miré a mi comisionista y desenvainé la espada Tallum que me había forjado hace poco.- Mora, si te sientes insegura también deberías quedarte atrás.- Finalicé mientras preparaba mis cuerdas. Alrededor del monstruo había tanta gente que no podía llegar, así que opté por lo sano y saqué ágilmente la cajita con los dedales de plata de un pequeño bolsillo que había en mi armadura, me los puse e hice lo primero que debía hacer. Tomé las cuerdas y las tiré hacia el centro, provocando un chirrido terrible. El monstruo rugió y retrocedió, dándome algo de espacio para avanzar, aunque una vez al alcance me caí en la cuenta que mi débil daga no podría hacerle mayor daño. Resignada me di media vuelta y me topé de cara con los enormes atributos de una alta elfa oscura.

- ¡Oye tu, elfa de poco busto, sal de entre mis bellezas!- escuché. La voz me sonaba demasiado familiar, levanté la cabeza y me topé con el rostro de la no tan joven Temptress.

- Ah…tú.- Afirmé desganada, a la vez que me hacía a un lado para que ella siguiera con el monstruo. Fui a revisar a la warehouse y ni Mora ni su hermana estaban, así que asumí que habían ido a otra ciudad. Esperé a que los rugidos terminaran y volví al café a pedir una infusión para relajarme un poco. Cerré los ojos y pensé que haría ahora que mi vocación por el clan se había reducido a nada.

- Un café negro muy cargado por favor.- Dijo una voz al frente mío, cosa que me extraño, porque la mesa que había tomado estaba de cara a un rincón.

- ¿Cómo pudiste seguirme hasta aquí?- Le pregunté a la elfa oscura. Estaba segura de que se había quedado matando a ese gigante.

- No todas las elfas tienen el pelo lila con esas amarras que tienes tú.- Explicó Temptress mientras miraba el menú.- Te noté deprimida allá afuera así que vine a saber qué te ocurre.-

El hecho de que se hubiese preocupado por mi actitud me soltó, así que le conté mi problema. Al finalizar, levantó una ceja.

- ¿Y qué hay de tu compañero?- Preguntó y de mi reacción inmediata fue ponerme roja de la vergüenza.

- Él está…internado.-

- ¿Internado?¿Lo trataron de asesinar?- Dijo la elfa al mismo tiempo que le pedía una porción de galletas familiar al mesero.

- No…tuvo un accidente con mi Hatchling.- Respondí desviando mi mirada.

- ¿Con tu Hatchling?¿Le cayó encima?-

- No…ehm…le mordió…ehm…cómo decirlo…sus…partes íntimas.-

La stormscreamer me quedó mirando boquiabierta, y luego estalló a reír.

- Ajaja, pobre tipo, tu Hatchling de verdad debe tenerle ojeriza para hacerle eso.- Rió enjugándose las lágrimas.- Aja, ejem… bueno, con lo del clan yo te puedo ayudar…espera un poco.- Dijo tomando una pequeña cajita y sacando de ella un extraño aparato que se puso en el oído.- ¡¿Lukas estás ahí?!- Dijo, dando la impresión de que hablaba sola. Al poco rato escuché una leve voz y ella respondió.- Tengo una swordsinger y un bladedancer con problemas vocacionales,¿Hay cupos?- Y quedó en silencio de nuevo. Asintió con la cabeza y guardó el aparato.- Ve ahora a dejar tus licencias de clan, en tres horas más iremos a la mansión de plata.

No entendía lo que decía, pero tal vez era algo bueno, fui a buscar mi licencia y la de Lyon y las dejé en la sede oficial de clanes, dando a entender mi renuncia. Volví por mis cosas y esperé en la taberna a Lyon y a Temptress. El primero en llegar fue el adolorido bladedancer.

- Espero que lo que haya hecho levantarme valga la pena.- Dijo quejumbroso.

- No te quejes, tu fuiste el que provocó a mi pequeña Mentü, así que asume las consecuencias.- Afirmé molesta. En ese momento apareció Temptress con otra elfa, vestida con una túnica de cristal oscuro.

- Bien, ya revisamos en los registros y oficialmente están sin clan, así que vamos a la mansión de plata.

Lyon me miró y me limité a encoger los hombros y seguirlas. Después de unos diez minutos de caminata, llegamos a una enorme mansión, cerca de la salida sur-oeste de la ciudad. La elfa de la túnica tocó la puerta un par de veces y de inmediato una mucama abrió.

- Buenas tardes señorita Bere, adelante.- Dijo mientras nos dejaba pasar a un enorme Hall adornado con muchos cuadros de muchos guerreros. Frente a una enorme chimenea estaba el más grande de todos, un enorme retrato de al menos cuarenta personas. Me pregunté cuánto debía valer esa pieza.

- Buenas tardes.- Dijo una voz masculina detrás de mí. Me volteé y me encontré con un humano de edad madura vestido con una armadura que jamás había visto. Temptress se puso de pié y dijo.

- Lukas, estos son los dos nuevos.- Indicó.

- Ya veo, les has dicho las condiciones para entrar al clan supongo.- Afirmó sentándose en un gran sillón.

- Sí, y ya asumieron.-

- Entonces no hay nada que agregar, bienvenidos a Nameless.- Dijo mientras indicaba al mayordomo –cuya existencia hasta ese entonces no había notado- que trajese algo. Éste al rato llegó con una caja de madera rojiza y la abrió. Dentro habían dos pañuelos de seda finamente bordados con el escudo del clan, los cuales nos entregaron.

- Dentro de dos días más, empezaremos los preparativos del asedio, así que iremos a entrenarlos a la isla primitiva.- Afirmó la elfa blanca arreglándose el pelo.- Así que pueden ir a abastecerse, en una hora más iremos a entrenar.

Darklight suspiró resignado mientras se daba media vuelta. Su tratamiento médico se tendría que ver interrumpido un pequeño tiempo, pero valdría la pena.

…Y así fue como nos unimos a Nameless, cerré los ojos un momento y pude escuchar en el piso inferior a Sirenne, una spectral dancer, retando a Lyon. Sonreí y volví a leer mis partituras.

C.9

Capítulo 9
La Batalla Flameante


-¡Lyon te necesito aca!, ¡No habrá caso sin las danzas!

Mientras Vandyk (Elfo oscuro, auto denominado, jocosamente “Camorrero”) me gritaba desesperadamente yo buscaba la manera de dividirme en dos y ayudar a mi prometida mientras supporteaba a mis amigos.

Aunque llevábamos unas pocas semanas en el nuevo clan, me parecía conocer a algunos de toda la vida, aunque sin mayor novedad, el arribo al clan fue si no agradable, por lo menos, menos violento de lo que esperaba, sintiéndome a gusto con mis nuevos amigos, me veía a mi mismo en un combate que hubiera deseado evitar… por lo menos en ese momento

Finalmente atine a pensar que hubiera hecho ella en mi lugar, ambos sabíamos que en un combate no hay lugar para sentimentalismos y que muy probablemente tendríamos que separarnos mas de una vez para poder ganar una batalla que tal vez nos salvaría el pellejo, así que retire mi vista de su delgada figura y me coloque frente a Vandyk para distraer algunos ataques, bailando para brindarle algo de mi poder.
-¡El enemigo viene subiendo! -el grito de Cote hizo percatarme de que aunque estuviéramos en tierra alta, no habría posibilidad de eludir mas aquello que no quería hacer.
Mientras la imponente, pero tierna, tanque (Cote, la elfa clara) trataba de mantener a el enemigo a raya y no dejarlo subir a nuestra posición, Tempress (Elfa oscura… con extraños complejos) nos daba la orden de re-agruparse. Corriendo hacia atras perdia de vista el pantano de fuego y veía como finalmente Cote se retiraba del paso y comenzaban a subir nuestros enemigos, y al fin teniendo a Minfe (La Elfa clara, la SwordSinger, que habia jurado proteger) cerca de mi, le tome la mano y note como tiritaba, probablemente sentía algo parecido a lo que yo sentía. Me puse delante de ella, y finalmente, corrí junto con Tempress, Tragua y Hito hacia el combate con el enemigo… A asesinar a mi antigua gente de RT…

No tengo una idea clara de como sucedió, puesto que fue mas rápido de lo que pude procesar, no logro entender todavía como en un momento estaba compartiendo con personas que parecían ser mis amigos, y luego del otro lado, viéndolos como el enemigo y blandiendo espadas que ya no eran las que ellos dijeron que me regalaban y después me arrebataron, si no, las de una nueva maestra, una sire, Temptress…

Corríamos como lobos tratando de rodear al enemigo y sacar una ventaja táctica, la necesidad nos llamaba, pues nuestro numero era patéticamente inferior al de ellos, y si no obteníamos una victoria, por lo menos una retirada silenciosa suficientemente nociva para rebajarle de la boca, al enemigo, el sabor de una victoria.
-¡Todos a mi objetivo! –Tempress grito disparando a Salero

…Aunque… sin importar como fuera, mi primer deber, antes de mi clan, antes de mi raza… es mi prometida… y si para eso tenia que abandonar a RT… pues que así sea…

Me veía en una complicada situación, una vez mas, usando mi básica, pero entrenada, magia de tierra logre fijar a Urameshi al piso, sin embargo un poderoso vortex oscuro logro echarme a tierra… no tan fuerte como para sacarme de combate, pero lo suficiente para, me voltee para ver y ahí estaba la figura del que alguna vez pretendió enseñarme las artes de los elfos oscuros, Scott, apuntándome una vez mas para darme el golpe de gracia, fue distraído por Cote quien recibió el golpe por mi. Me reincorporé, mis espadas aunque bien forjadas, no hacían mella a las armaduras A y S del enemigo, yo los conocía bien y sabia que seria infructuoso tratar de eliminarlos a golpes, y tal como una vez escuche de mi nueva sire, preferí dedicarme a molestar al enemigo, a distraerlo con agresiones y a usar mi magia para detenerlos.
-¡Lyon, Minfe, atrás de nosotros! –Hito vio mi condición, pero lo que mas me preocupaba, vio la de Minfe, de quien no me había percatado. Me retire detrás de un dañado, pero animoso, Vandyk y de una, bastante preocupada, Tempress… y la Mire… Minfe sostenía su espada Tallum con las dos manos, cansada y jadeando, pero todavía tratando de combatir, no lo entendía, no lo logro entender, no lo podía entender, ella parecía no cansarse nunca y aunque a veces sus nervios la traicionaban, nunca la había visto así…
Sabia que mi misión es simplemente mantener el baile para brindarle poder a mis amigos, pero también sabia que es mucho mas lo que puedo hacer en el combate, no quería dejarla sola, así que tome su mano, me miro, sonrió y me dijo
-no te preocupes… piensa en que haría yo…
La bese y corrí a asistir en combate.

Aun así… no es fácil enterrarle una espada a alguien con quien compartiste y que te recibió cuando tenias problemas… no es fácil… hasta en el momento en que recuerdas que trataron de dañar a la persona que amas… en ese momento aquello que no es fácil, se diluye en tu sangre que esta hirviendo de rabia…

Mientras rooteaba a los enemigos y evadía los golpes que trataban de darme, los veía caer… a todos… Salero caía aparatosamente colina abajo, mientras que Cote sucumbía al fuego cruzado de las cruces de Bolliunder y La magia de Urameshi, y en el ínter tanto… notaba como Scott no me sacaba los ojos de encima, mientras eludía los ataques de Tempress. Segundo golpe, Billounder me dio una ráfaga que estuvo a punto de mandarme a la inconciencia, a penas logre oír
-¡Retirada! –que Tempress gritaba para evitar que el combate se convirtiera en un completo desastre…
Me levante, comencé a correr, buscando a Minfe con la mirada, y la vi… cayendo, no la vi golpeada, no vi heridas, pero ella caía, desmayada por alguna razón que no lograba entender (magia? hechizos de inconciencia?), ella caía, logre tomarla en mis brazos, y ver como el enemigo se acercaba… no me querían a mi, la cazaban a ella, contra una caída larga al pantano de fuego y frente al enemigo que se acercaba, me lancé al pantano, con ella en brazos y a penas logre activar un Scroll de escape bendito…

Pero las cosas, no siempre salen como uno desearía…

En una cama en la Guarida del clan, la acariciaba mientras la veía dormir y pensaba…
- No te preocupes tanto, va a estar bien –Cote me tendía una mano, que rechacé, tenia que estar con Minfe un poco mas…
No importaba cuanto lo pensara, en realidad, aunque no supiera bien lo que le sucedió, no tenia mayor importancia… le falle…

De un momento a otro me veo en un lugar que no conozco…
Pero ahora que le falle…
Con una nueva maestra…
No me queda mas que no fallarle de nuevo…
Con una nueva alianza…
Y mi camino… es la venganza…

C.8.

Capítulo 8

La canción de la guardia

La cena con Darklight, a pesar de mis temores, se hizo muy agradable. Me habló de sus primeras experiencias con el clan y de las expectativas que tenía ahora.

- No puedo imaginar como Scott y Brujo trataron de convencerte.- Dije tratando de poner en mi mente los métodos sadomasoquistas que pudieron haber usado con él.

- En verdad, les tomó mucho tiempo. El hecho de que tú hayas asesinado a mi prometida Hannah me obligaba a asesinarte apenas te viese. Pero esos dos tipos me agarraron y me empezaron a mostrar que el mundo no era tal como pensaba. Fue entonces cuando recordé que el sueño de ella era estar en el ejército de Shilen, por lo que tarde o temprano tenía que morir para reencarnar en uno de esos demonios. Tu sólo adelantaste el viaje.- Sonrió tristemente. No evité sentirme culpable, aunque en ese momento actué para vivir, eché por la borda todos los sueños y proyectos que probablemente se hayan hecho como pareja.

- Creo que…iré a dormir.- Dije abrumada por mis propios pensamientos mientras me ponía en pie. Era mejor ir a dormir, mañana tenía que empezar un entrenamiento muy duro.

Volví a soñar con ese campo de flores, las cuerdas vibraban a mi alrededor y me sentía tranquila. Quería quedarme en ese lugar cálido para siempre, pero sabía que era un sueño. Tal vez era un regalo de mi memoria hacia mi corazón. En un momento volví a despertar y caí en la cuenta de que algo me rodeaba. Al tacto caí en la cuenta de que era Lyon que probablemente mientras dormía se volteó y quedó así, pero no sentí el resto de su cuerpo tan cerca. Probablemente se había dormido sobre el cubrecama.

- ¿Así que necesitas un lugar donde entrenar el resto de las cuerdas?- Dijo el elfo oscuro mientras comía un pan con dulce de frutos.- En ese caso deberíamos echar un ojo en los jardines de Eva, allí hay monstruos lo suficientemente fuertes como para que entrenes sin preocupaciones. Aparte no es tan difícil llegar allí, sólo nadar un poco y listo.- Agregó poniéndose en pié y tomando sus espadas duales.

- ¿Dónde vas?- Pregunté dejando mi taza de té con leche a un lado.

- Iré por víveres para una semana. Mientras tanto tu descansa, estaremos una semana en un lugar que no podemos llamar cómodo.- Finalizó mientras salía de la habitación. Me parecía rara su conducta comparándolo cuando trató de matarme hace algunos meses. Empezaba a temer del trato que le hayan dado en el clan apenas entró. Me tendí en la cama y cerré los ojos; el jardín de Eva, había oído de él cuando me entrenaba para salir al mundo: un bello castillo bajo el mar protegido por hadas marinas y Nos donde la deidad solía pasar algunos momentos. Me preguntaba qué tan bello sería ese lugar.

Si quería saberlo no debía quedarme en ese lugar descansando, aunque algunos cortes de la sinfonía de espadas aún ardían. Me senté y busqué en mi bolso algún tónico para mis heridas mientras pensaba de qué modo llegaríamos allí. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que tenía una semana para generar algo que jamás me habían enseñado. Me resigné al hecho de que probablemente dormiría muy poco esta semana mientras tomaba la última tostada y el resto de mis cosas.

Nos encontramos en la Gatekeeper de la ciudad. Él con un extraño bolso de tela brillante lleno de cosas que no podía ver y yo con lo básico. Una vez fuimos transportados a la playa de Heine, me pasó una extraña botella que contenía un líquido azul brillante.

- Se llama bendición de Eva.- Explicó mientras se acomodaba el bolso y destapaba la extraña botella.- Aumenta tu capacidad de buceo.- Agregó mirando a contraluz la botella mientras la dirigía a su boca.

- Entonces llegaremos nadando.- Dije mientras destapé mi botella y bebía el contenido. Su sabor era similar al del limón, pero de ese limón inmaduro que hace que todo tu cuerpo sufra escalofríos con su acidez. Puse mi escudo en mi espalda y la espada la ceñí a mi cinturón, miré a Lyon, quien ya había bebido la bendición y me lancé al agua.

Al parecer la poción no era sólo mejorar mi capacidad de buceo, sino también mi visión bajo el agua. Luego que mi compañero se sumergiese, pude divisar la entrada al templo submarino y empecé a nadar hacia allí. Gracias a los entrenamientos físicos, podía nadar sin mayor problema, por lo que a los pocos minutos llegamos a la entrada. Miré al elfo oscuro y éste desenvainó sus espadas, eso quería decir que habían enemigos no muy lejos. Saqué mi espada y escudo y los dejé de manera que no estorbaran mi avance. A pocos metros fuimos atacados por extrañas gelatinas que nadaban, pero no fueron mayor problema, hasta que caí en la cuenta de que por estar peleando con ellos perdí una gran cantidad de aire. Mientras bajábamos a la entrada principal, empecé a sentirme ahogada, por lo que traté de apresurarme, pero sentía que no alcanzaría, fue entonces cuando divisé una luz azul y nadé desesperadamente hacia ella. Nunca olvidaré la sensación de alivio que da respirar después de nadar tanto. Una vez en tierra firme, me dediqué a observar el largo pasillo que llevaba al ala principal del jardín. Estaría aquí seis días así que tenía que acostumbrarme.

- Acamparemos aquí. Los Nos se encuentran algunos metros más allá, por lo que cuando nos cansemos simplemente volvemos aquí. Ehm…¿tienes soulshots?-

- Sí.- afirmé abriendo mi bolso y mostrándoselos. Lyon dió media vuelta y saco sus espadas. Era hora de empezar.

En un principio, fue muy difícil volver a generar la cuerda. No podía mentalizar la melodía con los rugidos de los Nos, hasta que logré armar los primeros acordes, fue entonces cuando apareció frente a mí el débil hilo de plata. Ahora debía concentrarme en el monstruo y que hubiesen dos cuerdas para detenerlo. Tenía que agregar más sonidos a la melodía, pero no logré eso hasta dos días después sin pegar pestaña. Luego de dormir otro día, logré generar dos cuerdas más y así avanzaba de a poco. Lyon me ayudaba provocando y manteniendo a los monstruos a raya, mientras yo preparaba las cuerdas para detener sus ataques. Cada vez sentía que se hacían más fuertes y resistentes mientras más elementos añadía a la canción.

Luego de algunos días, crear el resto de las cuerdas se hizo muy fácil. Al sexto día, y luego que el último Nos cayese muerto, nos dispusimos a volver a Heine a través del uso de los pergaminos de escape.

- ¿A qué hora dijo tu tutor que sería tu examen?- Preguntó Lyon mientras guardaba los últimos ítems que había recoletado.

- A mediodía, en el templo de Eva.- Respondí mientras terminaba la melodía que había armado. Ahora contaba con 20 cuerdas (al menos esas había alcanzado a contar Lyon la última vez) plateadas. Tomé uno de los pergaminos de escape y rompí el sello, de inmediato una fuerte corriente de viento me envolvió y fui tragada por un agujero en el piso. Al rato me hallaba sobando el trasero en la plaza central de Heine mientras el elfo oscuro aterrizaba cómodamente de pie. Lo primero que se me vino a cabeza al ponerme en pie, fue comer algo decente. Durante toda esa semana habíamos sobrevivido a base de carne de Nos y Tiburón blanco, que por lo general conservábamos por más de un día, por lo que podrán imaginar el sabor que adquirían. Busqué un restaurante que no fuera de pescados y mariscos, pero después de un rato me resigné y me dirigí a la posada. Allí pagué la tarifa para quedarme una noche (Lyon había dicho que tenía que volver a Girán por un asunto con su comisionista) y fui al comedor. Para mi suerte, dentro del menú tenían carne de Kookaburra, por lo que pedí una orden de eso con papas doradas y un zumo de frutas. En ese tanto alcancé a escuchar de los demás comensales los últimos acontecimientos del reino. De la durísima batalla que se había realizado en castillo de Aden y la increíble derrota de una alianza entera a manos de unos pocos héroes que protegían el lugar. También escuché de una nueva y extraña enfermedad que hacía que las víctimas cayesen en un sueño tan profundo que ni a golpes despertaban; la llamaban “enfermedad del retiro”. Una vez finalizada mi cena, subí a mi habitación y practiqué por última vez la generación de cuerdas con éxito. Mañana sería un día pesado.

Esta vez no soñé con ese campo tranquilo, sino con un lugar oscuro y frío, con estatuas gigantes de piedra blanca, estaba corriendo, pero sentía que lo hacía en círculos. El aire era sofocante y me estaba cansando de correr. Entonces desperté en la habitación de la posada sudando frío, recién estaba amaneciendo pero no tenía ganas de volver a dormir. Me puse en pié y luego de tomar un baño me puse la armadura y me dirigí a las afueras de Heine, donde practiqué en solitario hasta que el sol estaba bastante en alto. Volví a desayunar algo y luego caminé hacia el templo de Eva. Sentía mariposas en mi estómago y me detuve a tomar aire. Si perdía en este examen, aparte de deshonrar al clan y a mí misma, tendría que esperar dos largos meses para empezar todo de nuevo. Debía relajarme para no cometer ningún error. Llegué a pensar que la idea de haber desayunado no fue tan buena, sentí que de un momento a otro lo devolvería todo, pero eso no arreglaría nada. Cerré los ojos y pensé en ese campo de flores con el que soñaba antes, cuando fuese swordsinger, podría ir a buscarlo.

Ya casi rendida ante lo que pudiese pasar, fui hasta el templo de Eva y pedí que abriesen la puerta de la sala. Me senté a observar el vitral que adornaba la sala: Mostraba a la diosa Eva al centro-arriba, su rostro estaba tranquilo y extendía sus brazos. De sus manos salían hilos plateados y dorados que formaban arpas y flautas que tocaban elfos y elfas en las esquinas inferiores. La luz hacía que las cuerdas brillasen con diferentes intensidades, lo que hacía parecer que ellas se movían. Ensimismada en la bella imagen, no caí en la cuenta de que Nube ya había llegado y se hallaba moviendo las sillas a los rincones. Cuando me di cuenta, me puse en pie de inmediato y lo saludé.

- Si hoy todo sale bien, dejarás de ser mi aprendiz y pasarás a ser uno de los nuestros, tal vez mi enemigo si nuestros clanes se ponen en guerra. Bien, ¿Te sientes preparada? Saldré unos minutos para que prepares tus cuerdas.- Sonrió. Al quedarme sola entré en pánico; sentía que esta vez las cuerdas no irían a aparecer. Cerré mis ojos y recordé la canción. Al abrirlos estaban allí, todas ordenadas alrededor mío vibrando con diferentes intensidades, lo que hizo que me relajase un poco. Al rato mi tutor volvió, pero no solo. A su lado se hallaba una alta y esbelta elfa oscura de cabellos oscuros y ojos de un tono realmente profundo.

- Ella es Temptress.- Dijo el elfo mientras ella dejaba su bolso aun lado.- Ella me ayudará a hacer tu examen de clase, así que por favor, ponte en medio de la sala.- Finalizó trayendo desde afuera un extraño muñeco.

- ¿Para qué es eso?- Pregunté indicando al maniquí.

- Con esto vas a saber los riesgos que correrás en este examen.- Dijo la elfa oscura mientras Nube posicionaba el muñeco en un rincón. Ambos se alejaron y luego de un incómodo silencio, Nube empezó a tocar la sinfonía sicótico mientras Temptress pronunciaba lo que probablemente era un hechizo. En su mano izquierda se formó un extraño vórtice de viento y lo arrojó al muñeco. Lo que vi a continuación con dificultad lo olvidaré; el maniquí se contorsionó y luego sus extremidades volaron por los aires.

- Tu misión es sobrevivir nuestros ataques dos veces, sin armas y sólo usando esta partitura.- Dijo el SwordMuse mientras me pasaba una vieja partitura. Con algo de dificultad pude leer el título: “Song of Warding”. Los puntos en las líneas horizontales eran confusos y habían anotaciones en un idioma que no podía entender. Miré a mi tutor y me concentré en hacer las cuerdas. Fue entonces cuando la partitura escapó de mis manos y simplemente levitaba frente a mí. Ahora lo entendía, las partituras reaccionaban con las cuerdas. Tal vez, si las hacía vibrar, podría leerla. Cerré los ojos y empecé a imaginar una melodía distinta, sentía que tenía que ser suave. Al abrir los ojos, pude ver que los puntos dentro del papel se movían y producían cuerdas que vibraban y los caracteres que no veía se transformaban en la letra de una canción. Nube Y Temptress se miraron y empezaron. Sentía el ahogo de la sinfonía Sicótica, sentí que perdería las cuerdas, pero no se iban. Fue entonces cuando pasó lo peor; sentí que todos mis músculos se estiraban a tal punto que en cualquier momento mis extremidades volarían hacia todos lados. Mis cuerdas se debilitaban, no debía perder la concentración. Agregué más cosas a la melodía, pero el dolor era el mismo. Fue entonces cuando tuve la idea de cantar. El dolor estaba, pero era menos. La segunda ronda fue igual de dolorosa, a ratos perdía la voz y sentía que las cuerdas desaparecerían en cualquier momento. Cuando terminó, no pude controlar mis piernas y caí de cara al piso. No podía mover mi cuerpo del dolor y el agotamiento. Cuando me sentí lo suficientemente fuerte como para ponerme en pié, levanté mi torso y me quedé sentada. Mis piernas aún no respondían. Al mirar a los lados me di cuenta de que Temptress estaba al lado mío y Nube buscaba algo en su bolso.

- ¿Estás bien?- Preguntó la elfa oscura.- Creo que cargué mucho el último vórtice.-

- Mis piernas aún no me responden, pero que en algunos minutos podré caminar sin problema alguno.- Respondí sobando mis brazos aún agarrotados por el poder del hechizo.

Nube se acercó con una pequeña caja de ébano y me la pasó.}

- Con esta marca, doy por finalizada tu prueba de swordsinger. Ahora debes ir a Giran a formalizar el cambio de clase.-

- ¿Y esto qué es?- Pregunté mientras abría la cajita. Dentro de ella había un set de dedales de plata con pequeños arabescos.

- Estos dedales se transmiten de generación en generación de swordsingers. Cuando seas lo suficientemente fuerte, deberás hacerte unos especialmente para ti y heredar estos a tu aprendiz. Se dice que la misma Eva los mandó a forjar con Pa’agrio cuando asumió seriamente como la diosa del agua.-

- Gracias, pero…¿Qué hago con esta partitura?- Pregunté tomando el viejo pergamino que yacía al lado mío.-

- Esa es tuya, a medida que vayas avanzando, te iré enviando más partituras con nuevas canciones.- Afirmó. Temptress lo miraba cómplice.

- Que es aburrido tu trabajo, tienes que encargarte de un pollito de por vida.- Afirmó al mismo tiempo que me tocaba la punta de la nariz.- Escúchame niña sin atributos, quiero que entrenes duro ara que algún día, si nos encontramos en campo abierto, me des una batalla decente.- Sonrió.

- Es cierto, si entrenas mucho, tal vez algún día tengas la posibilidad de entrar a nuestro clan. Hasta entonces sólo no veremos esporádicamente para ver como van tus canciones.- Dijo el elfo claro poniéndose en pié.- Hay gente esperándote allí afuera, creo que tus piernas ahora están estables, aunque caminarás un poco lento.- Finalizó mientras tomaba su espada. Temptress me quedó mirando un rato antes de irse.

Me tomó un buen tiempo ponerme de nuevo en pié. Las piernas me temblaban y me iba hacia los lados. Cuando al fin pude caminar de manera estable, guardé la cajita en mi bolso y me dispuse a salir. Para mi sorpresa en las afueras se hallaba Mora sonriéndome.

- ¿Cómo te fue? Supe por un colega que hoy dabas tu examen de swordsinger y no pude evitar venir.- Dijo con voz chillona. Le mostré la caja de ébano y dio pequeños saltitos a mi alrededor.- ¡Ahora podremos tener un buen negocio!- Exclamó mientras sacaba de su bolso una flauta.

- ¿Qué es eso?- Pregunté con cierta curiosidad.

- Es mi regalo de cambio de clase.- Afirmó pasándome el objeto.- Cuando estés un poco más descanzada tócala, pero te lo advierto, come como un ejército de orcos.-

- ¿Hum?-

- Nada, después lo verás.- Sonrió dando media vuelta.- Vamos a Giran, tienes que formalizar y después de eso iremos a una Taberna a celebrar toda la noche.- Chilló dando un salto. Sólo me limité a sonreír y seguirla, concordaba con ella, quería celebrar mi cambio de clase.

C.7

Capítulo 7

Cuerdas sinfónicas

Tenía miedo. Tal vez si no podía golpearlo me reprobaría o me podría dar un golpe de vuelta. El tutor sacó de un bolsillo de su armadura unos extraños dedales de plata y se los puso de modo que sus dedos estaban protegidos totalmente.

- Un swordsinger debe saber qué efecto tienen sus canciones en los otros, por lo que vamos a empezar testeando las sinfonías. Tu meta es golpearme, pase lo que pase ¿Lista?

- Ehm…lista.- Asentí con las manos temblorosas. Nube se concentró y las cuerdas aparecieron alrededor de él, pero esta vez no sonaban de manera armoniosa. El sonido era áspero y molesto y sentía que me ahogaba. Repentinamente, él tomó las cuerdas con las manos y las juntó al centro, apretándolas. Empecé a sentir que mi garganta se cerraba y mi vista se nublaba.

- Minfe, si te sientes demasiado mal, dímelo y dejamos un break.- Dijo mientras movías las cuerdas hacia varios lados. No quería el break. Junté energías y empecé a correr débilmente hacia él, tenía que golpearle…pero me costaba respirar.

- B…bre….break, por favor.- Respondí agitada. Las cuerdas desaparecieron y caí sentada mientras me sobaba el cuello. -¿Qué fue eso?- pregunté molesta.

- Eso es una sinfonía sicótica.- Explicó Nube yendo donde estaba su bolso y sacando una botella con un líquido rojo.- Más adelante las aprenderás. Consiste en debilitar a tu oponente bajando su habilidad en ataque, defensa y velocidad. Por eso te estabas ahogando.- Sonrió pasándome la botella.- Bébelo, es jugo de fresas.-

No podía creer que los swordsinger tuviesen técnicas así. Abrí la botella y el gusto del jugo me revitalizó de inmediato. Pero pensándolo bien, mientras ejecutaba la sinfonía, el tutor no se había movido, salvo sus brazos para mover las cuerdas. Pensándolo bien, esa técnica tenía una gran desventaja.

- Ya, empecemos de nuevo.- Dije poniéndome en pié y tomando posición de guardia. Esta vez tenía que golpearlo. Las cuerdas aparecieron y la sensación de ahogo también, pero ahora sabía que mientras tocase esa sinfonía no podría moverse. Esperé a que se diera un punto débil, pero no podía dejar pasar mucho tiempo, la sinfonía empezaba a causar estragos en mi estado físico. Fue entonces cuando lo vi, al mover las cuerdas, una buena parte de su torso quedó descubierto. Hice corazón de tripas y corrí lo más rápido que pude para lograr el golpe, pero a poco de llegar a mi objetivo, la sinfonía cambió y las cuerdas empezaron a pasar cerca de mí, provocando cortes en mis brazos y piernas, las cuáles aún seguían debilitadas por las heridas.

- ¿Y eso?- Pregunté una vez retrocedí.

- La segunda sinfonía, la de espadas.- Sonrió mientras volvía a tocar la canción sicótica. Los cortes ardían, pero si quería pasar rápido esta etapa, tenía que llegar a ese golpe rápido. Esperé a que se diera un punto débil para atacar, pero cada vez que me acercaba cambiaba la sinfonía y me veía obligada a retroceder. Poco a poco empezaba a oscurecer y los cortes estaban empezando a pasarme la cuenta. Ya era mucho por hoy. Me senté rendida sobando mis brazos adoloridos. Quedamos en seguir entrenando al día siguiente.

Al salir, una gran luna redonda adornaba una bella ciudad perlada que flotaba en medio del mar. Cada cierto tramo, faroles de plata iluminaban las calles y en las esquinas siempre había algún café o algún lado donde personas de todas las razas se reunían. No muy lejos de la plaza se hallaba la posada que el sacerdote del templo de Eva me había recomendado. Pagué el precio correspondiente a una noche (80.000 adenas) y me dirigí a mi pieza. De abajo se escuchaban alegres sonidos (la posada tenía taberna), pero estaba demasiado cansada como para bajar. Me quité a duras penas la armadura y me puse la camisa de dormir. A los pocos segundos ya estaba todo en negro.

Tuve un sueño muy agradable. Estaba en un campo lleno de flores que parecían plumas, el lugar era cálido y al frente había un lago y al fondo un bello castillo blanco. Alrededor mío estaban las cuerdas del swordsinger vibrando suavemente con el viento. Era todo muy tranquilo, hasta que alcé mi mano para tomar una cuerda, pero en vez de sentir la fineza, me topé con algo más grande, como un muro, pero era suave y cálido, me pareció algo muy extraño y me acerqué. Fue entonces cuando todo se puso negro de nuevo y desperté en la habitación de la posada. Miré mis manos preguntándome que pasó, luego las apoyé en mi cama, pero al lado derecho habia algo cálido y sólido, sin querer mirar me moví un poco y noté los rasgos de un…

- ¿¡QUE HACE DARKLIGHT EN MI CAMA!?- Grité con pánico, sólo veía su torso descnudo y su rostro pacíficamente dormido. Tal vez me había levantado dormida y le abrí la puerta, o él se metió a la habitación por la ventana, pero no estaba abierta. Y si…

Levanté la ropa de cama, no podía ser que se hubiese aprovechado de mí mientras dormía, yo pensaba darle ese tesoro a la persona que eligiera compartir mi vida.

Aún llevaba la parte inferior de la armadura puesta, por lo que inferí que nada había pasado; sin embargo no podía perdonar el hecho que se hubiese metido a mi pieza sin mi permiso conciente. Por lo que hice lo primero que se me vino a la cabeza. Alcé mi mano y…

- ¡Auch, Qué fue eso!- Exclamó el elfo oscuro frotando su mejilla. De inmediato se sentó, y me miró como un niño que estaba siendo castigado por algo que no hizo, cosa que logró hacerme sentir incómoda.

- Explícame qué demonios hacías en mi cama.- Pregunté indignada. Él, muy relajado, puso ambas manos en su nuca y respondió.

- Scott me envió para que empezara a acostumbrarme a la idea de trabajo en pareja contigo.-

- ¿Trabajo en qué?- Exclamé soprendida. Nunca imaginé que mi jefe estuviese tan loco como para tratar de emparejarme por trabajo.

- No lo pienses mal, se supone que serás swordsinger, por lo que tenemos que empezar a acostumbrarnos al trabajo de pareja.- Dijo mirando hacia la ventana como si nada. Sin quererlo, detuve mi vista en su torso por un rato. Tenía un par de cicatrices y los músculos muy bien formados, a pesar de que era delgado -¿Minfe?¿Huh?¿Tengo algo en mi abdomen?- Preguntó al darse cuenta que estaba observándolo. De inmediato desvié la vista hacia la ventana y noté que ya era cerca del mediodía. Si quería llegar a tiempo a las lecciones de hoy, tenía que vestirme rápido, pero con él en la habitación…

- Voltéate.- Ordené mientras recogía mi armadura y la ponía sobre la cama.- Serán cinco minutos, si quieres quédate en la habitación, porque yo tengo que ir a mis lecciones.-

Lyon se encogió de hombros y se volteó. Usando una antigua técnica de mi época de estudiante a guerrero, cuando tenía cinco minutos para llegar al lugar; me saqué rápidamente la camisola y la reemplacé por mi ropa interior y armadura. Tomé mi bolsó y corrí hacia la puerta.

- Listo, si me necesitas, pasaré todo el día en el templo de Eva. Adios.- Terminé cerrando y corriendo escaleras abajo. Compré un pan en una tienda cerca del templo y mientras comía recordaba lo que tenía que hacer hoy. Tal vez si hoy me esforzaba, podría golpear a Nube y pasar esa prueba.

- Hola Minfe, llegas justo a la hora.- Saludó el elfo claro mientras entraba a la sala, dejando mi bolso a un lado.- Deja que termine mi desayuno y empezaremos.- Agregó levantando un pan.

- Maestro Nube, anoche me puse a pensar, y llegué a la conclusión de que tal vez para lograr llegar a usted debo generar mis cuerdas.- Dije mientras me sentaba frente a él.

- Vaya, sí que eres rápida, a mí me tomó tres días entenderlo.- Afirmó dejando una botella de jugo a un lado.- Exactamente, este entrenamiento es para que materialices tus cuerdas. Pero sólo será hasta hoy, porque en la noche tengo que volver a Adén.-

- ¿A Adén? ¿Pasó algo?- Pregunté curiosa.

- Mañana empiezan los asedios al castillo.- Explicó.- En eso me voy a demorar más o menos una semana, así que si logras generar al menos una cuerda hoy, tendrás tiempo como para trabajar con el resto y poder hacer la prueba final apenas vuelva. Bien, empecemos.- Finalizó poniéndose en pie.

Rápidamente pasaban las horas y mis intentos por lograr aparecer una cuerda y un golpe certero. Después de algunos cortes, empecé a creer que no podría generar la primera cuerda.

- ¡Qué pasa Minfe!- Gritó Nube después de que caí por un corte en el rostro.- ¡Generar una cuerda debería serte tan sencillo como imaginar una melodía!-

Fue entonces cuando lo entendí. Por eso lo primero que había hecho había sido mostrarme una canción. Lo único que detiene las cuerdas de un swordsinger, son las cuerdas de otro.

Si tenía que crear una melodía en mi mente, tal vez tenía que ser diferente a la que había cantado la primera vez. Cerré mis ojos, y empecé a imaginar una melodía suave, que relajase. En ese momento, en mi mente empezaron a vibrar cuerdas imaginarias. Fue entonces cuando realmente empecé a sentir las vibraciones, y al abrir los ojos, frente a mí se hallaba una débil cuerda de plata que apenas temblaba. Era hora de probar la teoría de la cuerda contra cuerda. Respiré profundamente – ya casi había olvidado el terrible efecto de la sinfonía – y me lancé sin perder en mi cabeza la música. El sonido fue aterrador, el choque de las cuerdas generó un chillido que llegaba hasta los huesos, por lo que me ví obligada a retroceder.

- Bien, al fin lograste generar una cuerda.- Sonrió Nube secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.- Entonces creo que eso sería todo por hoy. Dentro de una semana, debes tener todas tus cuerdas fuertes y trabajando. Yo traeré tu examen, si lo pasas, tendrás tu certificado de swordsinger, si no, tendrás que empezar todo de nuevo después de 2 meses de descanso. ¿Alguna duda?-

- Eh…no, no, maestro.- Afirmé jadeante. La cuerda se había desvanecido.

- Entonces…en una semana a partir de hoy, a mediodía, en este mismo salón.- Dijo tomando su espada que reposaba en un muro.- Ahora date prisa, tu novio lleva cuatro horas esperándote allí afuera, y si no te has dado cuenta, llevamos más de 10 aquí dentro.-

- ¿Novio? Pero yo no… ugh…este tipo vino por mí.-

Me despedí de Nube y salí del templo. Tal como él lo había dicho, en las afueras del templo, Darklight me esperaba mientras fumaba de su infaltable pipa.

- ¿Por qué no entraste?- Pregunté de pié al lado de él.

- No soy un adorador de Eva como tu. Por eso preferí el aire fresco de aquí afuera- Afirmó desviando la vista hacia un lado.

- Mi tutor creyó que eras mi novio.-

- No es mala idea.-

- ¡Lyon!-

- Ya, ya, vamos a comer algo, no has probado bocado desde que empezaste a entrenar.- Finalizó tomándome de los hombros y llevándome a través de las calles.

- Así que esa es tu aprendiz, Nube.-

- Sí, Temptress, por favor, ¿podrías ayudarme con su examen la próxima semana?- Sonrió el elfo acomodando su espada.

- Será un placer torturarla.- Dijo ella mirando a través del vitral.- Hace mucho tiempo que no me divertía con algo así.- Sonrió.

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