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Tomando un descanzo después de una semana de entrenamiento enlos pantanos de Cruma, me junté con Talho a beber algo en Giran. En esos días corría el rumor de la existencia de un clan liderado por alguien que veía y hablaba con Shillen. Me parecía muy extraño, dado que Shillen estaba sellada en su mundo y con suerte los hierofantes podían de vez en cuando escuchar algún mensaje de Einhasad o Eva.

- Talho, ¿Has oído de ese clan que se hacen llamar "mensajeros de Shillen"?- Pregunté tomando una galleta de un plato. Ella bajó su taza con té y miró al cielo un momento.
- Aaaah, sí, ese clan que mata gente porque dicen que Shillen les ordenó.- Sonrió Talho sacando una galleta.- En verdad dudo mucho que vean y escuchen a Shillen, a menos que su líder sea un Santo de Shillen con mucha suerte.-
- ¿Por qué?-
- Un guerrero común, durante toda su vida, tiene sólo un sueño premonitorio.- Afirmó la profeta.- Los que nos dedicamos a las religiones, si tenemos suerte, escuchamos la voz de alguna deidad, y nunca veremos sus rostros.-
- Mmm, ya veo. ¿Entonces probablemente su jefe sea un trucho profeta?-
Talho me quedó mirando y reventó a reír. Nunca entendí por qué.

C.4

Capítulo 4

Sentimientos encontrados

Los primeros cinco minutos dentro de los pantanos de Cruma fueron agradables, hasta que caí en la cuenta de que si quería seguir mi carrera por ser swordsinger, debía atravesar las aguas lodosas que cubrían la mayoría del lugar. En un principio fue desagradable, pero la armadura me protegía de los insectos y sanguijuelas del lugar. Fue un lío cazar Horrores, dado que no sabía dónde pegar y tiraba espadazos a diestra y siniestra, hasta que sus armaduras se desvanecían. Así pasé todo el día, hasta que hallé necesario buscar tierra firme (y seca) para armar mi campamento; por lo que partí hacia las entradas del pantano matando todo monstruo a mi paso (incluyendo unas babosas gigantes que al morir escupían una cantidad inhumana de mocos transparentes y pegajosos) durante dos horas hasta que al fin llegué a los pilares de entrada al pantano. Busqué en las colinas un lugar cómodo y me asenté bajo la sombra de un árbol, con la vista de la siniestra torre de Cruma al frente y la luna normal detrás de ella. Me alejé un poco para buscar algunos leños secos y hacer una fogata para cenar algo rápido y mantenerme cálida mientras estuviese despierta. Estaba en eso, cuando de nuevo siento esa voz “¡Desenvaina!”, sólo que esta vez mis reflejos fueron más rápidos y me hallé con el grisáceo rostro de LyonDarklight mostrando una expresión de espanto increíble.

- ¿Querías tratar de matarme de nuevo, eh?- Pregunté enfadada mientras tomaba mi espada del filo para usarla a modo de mazo.- Parece que no aprendiste con el último martillazo…-

El rostro del elfo palidecío y dejó caer su espada al momento que decía.

- Está bien, no tengo energías para pelear y el sólo recordar ese mazazo me duele. Mátame de una…¡Auch, que demonios estás haciendo!- Reclamó al darle un golpe con el puño de la espada

- Hago que tu única neurona funcione.- Asentí guardando mi espada.- Algo que detesto es el tener que pelear contra otros guerreros siendo que por lo general tienen una causa común con la mía. Y aunque no fuese así, me es desagradable tener que pelear con otros, aunque sean elfos oscuros.- Terminé recogiendo las ramas secas y dirigiendo mis pasos a donde tenía mi carpa.

Una vez instalé las ramas en círculo, caí en la cuenta de que Lyon estaba al lado mío observando lo que hacía. Al darse cuenta que reparé en él, se alejó al borde de la colina y sacó una pipa. Encontré curioso que me hubiese seguido hasta allí. Me di prisa, dado que estaba empezando a hacer frío e hice fuego y armé mi carpa. Al terminar de acomodar mis cosas dentro, me fijé que el elfo oscuro seguía ahí, mirando a la luna con la vista perdida y un hilo de humo saliendo de su pipa. Aproveché que estaba distraído y me senté al lado de él.

- ¿Ahora vas a explicar por qué tienes que matarme?-

Lyon se sobresaltó y su pipa voló por los aires. Por suerte logró atraparla a tiempo y la apagó.

- Sigh…en verdad, es una tradición un poco añeja en algunas familias.- Suspiró con la cabeza gacha, en ese momento pensé “bueno, tradiciones añejas hay en todos lados.- Se supone que la gloria más alta de un elfo oscuro es cazar a un elfo blanco. La tradición dice que cuando uno empieza a entrenarse, se le asigna un destino, una cabeza a cazar. Si vuelves con la cabeza de esa persona la aldea, serás tratado como un héroe a los ojos de los sacerdotes de Shillen y a los de tu familia.-

- ¿Pero?-

- ¿Pero qué?- Preguntó Darklight alzando la cabeza y mirándome a los ojos. En ese momento un escalofrío recorrió mi espalda y algo se movió en mi estómago.

- Pero entonces, si esta cacería te traerá tanta gloria, ¿Por qué no me has tratado de matar ahora?-

El elfo oscuro se ruborizó levemente, y miró hacia otro lado.

- ¿Has visto lo bien que se llevan las razas afuera de sus aldeas? Todos han aprendido que ser héroe no es seguir tradiciones que pasen a llevar las vidas de otros. Aún me cuesta aceptarlo un poco, pero tal vez, algunos errores del pasado se pueden corregir.-

- Entonces por qué insistes en matarme.-

- Porque tal vez mi concepto de gloria esté erróneo y sea el que dice mi familia.- Sonrió.

- Por lo que seguirás tratando de asesinarme hasta que sepas la verdad.-Terminé poniéndome de pié y caminando hacia la fogata. Al menos sabía que las intenciones de Darklight no eran en esencia malas…tal vez si alguno de mis compañeros de clan hablase con él, podría cambiar de idea y dejaría de acosarme tratando de obtener mi cabeza. Calenté una pequeña tetera con un poco de té que me regaló Mora (últimamente había adquirido la costumbre de tomar una taza de esa hierba antes de dormir) y luego me fui a dormir.

Estaba en un lugar desértico, con altos muros ancestrales y gastados. Estaba mi clan y Lyon conmigo. Todos veían al cielo desesperados, no entendía, hasta que BrujoMoreno gritó “¡¡¡Traten de atraparlo antes de que le caiga el dragón encima!!!” Entonces miré al cielo y noté que el jefe caía desde lo alto, y sobre él su wyvern…sentí pánico y quise gritar, pero estaba disfónica, corrí a alcanzarlo, pero…

Desperté gritando, desesperada, un sudor frío cubría mi rostro y mis manos temblaban. “Sólo es un sueño” pensé tratando de calmarme, pero la sensación de pánico no se iba. Me recosté de nuevo y cerré los ojos, sin poder quitar de mi mente la terrible imagen que vi.

Desperté muchas horas después, sin pasar el mediodía, deshice mi campamento y me senté a la sombra del árbol donde me refugié a escribir una carta a dos compañeros del clan, quienes podían darme una mano con un asunto que podía cambiar mi destino, y el de mi objetivo. Una vez la dejé con el mensajero del lugar, volví a los ya no tan desagradables pantanos de cruma. Debía hacerme swordsinger antes que mi sueño se hiciese realidad.

C.3

Capítulo 3

Revelaciones

Cerré los ojos esperando el final, furiosa conmigo porque no había podido derrotarle. Fue entonces cuando sentí un ruido sordo y algo que caía a mis piernas. Abrí los ojos y frente a mí se hallaba una enana de cabellos rosa oscuro y ojos rojos que me miraba fijamente. A mis pies se hallaba el elfo oscuro, inconsciente por obra del martillo que llevaba la joven en su mano. Ella lo pateó hacia un lado y se acercó a mi sacando e su bolso unas telas muy delgadas.

- ¿Estás bien, elfa?- Me preguntó mientras ponía las telas donde sangraba.

- Sí, muchas gracias….ehm…-

- Mora.- Dijo la enana sonriendo mientras tomaba mi brazo con el propósito de tratar de levantarme. Después de ciertos esfuerzos, me pude poner en pié y apoyarme en el árbol, mientras Mora ataba al elfo a tal modo que podía arrastrarlo cómodamente hasta la villa. El camino de regreso no fue tan lento como esperé. Las vendas que la enana me había dado cerraron rápidamente mis heridas, y el elfo nunca se dio cuenta hacia dónde íbamos, porque cada cierto trecho, mora lo hacía chocar a propósito con alguna roca, o le daba un leve martillazo en la nuca –se lo merece- argumentaba, mientras subíamos el puente que nos llevaba a la villa flotante de los elfos.

Una vez en la posada de la villa, atamos al potencial asesino a la silla y esperamos a que despertase, cosa que tomó bastante tiempo dado el trato que Mora le dio. Cuando empezó a retomar conciencia, las dos nos sentamos frente a él y lo observamos fijamente. Despertó lentamente y al darse cuenta de nuestra prescencia, se sobresaltó y preguntó.

- ¿Qué demonios hago aquí? ¿Por qué no me mataron?-

- Porque te mataremos poco a poco si no nos vas respondiendo.- Dijo Mora sonriendo de modo macabro mientras alzaba su martillo.

- Primero dinos ¿Por qué tienes que matarme?-

Miró hacia un lado molesto y respondió.

- Porque es mi misión cazar al elfo que se me designó cuando inicié mi entrenamiento para salir al mundo.-

Mora y yo nos miramos confundidas. Qué podía ganar un elfo oscuro cazando un elfo desde…

- Espera ¿Me has estado siguiendo desde que empezaste a entrenar? ¿Desde cuando es eso?-

- Y a ti que te impor-…- El elfo oscuro detuvo su mirada en el mazo de la enana, cuya trayectoria estaba dirigida justo a sus partes nobles.- Desde que tengo quince años. Si te ayuda, te espiaba cuando salías de la villa.-

Eso fue lo que colmó el vaso. Si me había visto cuando salía de la villa, también me debió espiar mientras me bañaba. Tomé el martillo de Mora e hice lo que ella haría si se llegaba a revelar.

- ¡Minfe, así lo terminarás castrando!- Exclamó la enana luego del golpe. Rápidamente me quitó el mazo y lo guardó.

- Creo que eso es todo. El resto lo averiguaré con Scott.- Dije envuelta en la ira mientras salía de la habitación.- Mora, si puedes suéltalo lejos de aquí.- Terminé cerrando la puerta de un golpe y saliendo a las terrazas del templo de Eva, esperando poder relajarme un poco allí.

Las terrazas del templo me traían recuerdos agradables de cuando era pequeña. Siempre que me sentía sola salía allí y contemplaba el lago a los pies de la aldea. Ahora estaba igual. Sólo que algo me incomodaba.

A pesar de los comentarios pedantes que había hecho Darklight, se veía triste y de algún motivo algo hacía que me sintiese incómoda. Tal vez fuese porque casi me mató, pero con los elfos oscuros del clan no llegué a sentirme así. Al rato lo olvidé por completo y me quedé observando las estrellas hasta que empezó a amanecer. En unas horas más quería volver a Dion para entrenarme. Pero antes quería agradecer la ayuda de Mora, por lo que regresé a la posada por ella. Al entrar a su habitación me di cuenta que el casi asesino ya no estaba, por lo que me relajé y me senté cerca de la ventana.

- Lo llevé hasta la gatekeeper y ella se encargó del resto.- Dijo la enana bebiendo una taza de una hierba llamada Té.

- No sé como podría pagar el gran favor que me has hecho, Mora.-

Ella interrumpió el trayecto de la taza a la boca y me miró fijamente.

- Hay una forma. Verás, algunos enanos aparte de nuestros trabajos como recolectores o herreros, nos hacemos comisionistas.-

- ¿Comisionistas?-

- En palabras sencillas. Somos apadrinados por uno o dos guerreros, los cuáles nos pasan lo que quieren vender. Así no gastan tiempo en los mercados de Giran y pueden entrenar mientras nosotros ganamos una pequeña comisión por las ventas.- Respondió dejando su taza en un pequeño plato.- Al decir pequeña comisión me refiero a un 20% de las ventas totales en un día.-

- Considerando que te debo la vida y que realmente no me importa mucho cuánto dinero saque, acepto la oferta.-

En el momento que dije acepto, Mora sacó de su bolso un pergamino limpio con brillantes letras en tinta negra:

“Yo, _______________________, el día __________________, he conferido a Mora, enana de las tierras del norte, mis derechos de venta comisionada. Así, ella y sólo ella puede realizar transacciones con los artefactos a que yo iré entregando cada cierto tiempo, recibiendo una comisión del 20% sobre las ventas totales diarias. Séllese este acuerdo bajo el contrato.”

Saqué mi pluma y llené los espacios correspondientes. Luego las dos firmamos y ella guardó el contrato. Quedamos de acuerdo en escribirnos cada vez que tuviese objetos para venta, Así ella no se movería mucho de Giran. Así, nos separamos en Dion, ella se dirigió a la ciudad del comercio y yo me dirigía a mi siguiente objetivo: Los pantanos de la sombría torre de Cruma.

C.2

Capítulo 2
Darklight


Tanto la profeta como su hermano me miraban Atentamente, cosa que me ponía el doble de nerviosa. Después de un rato de pensarlo miré al elfo oscuro y le dije:

  • No pierdo nada con unirme a su clan, por lo que aceptaré feliz su propuesta.- Respondí tratando de parecer lo más seria posible. El elfo oscuro sonrió, miró a Ishkur e hizo un gesto con su mano derecha. De inmediato Ishkur sacó de una gran bolsa de cuero y de ella una bella armadura color esmeralda.
  • Es una armadura de Mithril, Grado D por supuesto.- Sonrió el arquero mientras me las entregaba y le pedía a Talho que me acompañase a los baños de la taberna a cambiarme de atuendos.

En los pocos años de mi vida, pocas veces había visto gente con armaduras pesadas y menos aún tuve la oportunidad de probarme una, por lo que a la profeta se le hizo un poco difícil enseñarme cómo usarla.

- Doy por hecho que con el yelmo, los guantes y las botas no tendrás mayores líos, por lo que vamos directo al grano. Esto – dijo levantando la parte inferior de la armadura- es lo primero que debes ponerte…se abre…por aquí – indicó unos broches plateados – y al ponértela se adaptará a tu cuerpo, póntelo.-

Los broches eran difíciles de separar y no sabía si el pantalón era a la cintura o a la cadera. Al ponérmelos sentí que mostraba mis piernas y al mirarme me di cuenta que lo que antes fueron pantalones ahora era una extraña falda de metal, con una especie de pantaloncillos negros ajustados por debajo. Lo mismo pasó con la parte de arriba, sólo que me complicó más debido a las intrincadas correas que poseía. Pero parece que me la puse bien, porque al salir a las terrazas de la taberna, Ishkur quedó boquiabierto y el elfo oscuro sonrió ampliamente. Me hicieron entrega de una nueva espada y escudo y me instruyeron para poder entrenar sin mayores altercados, porque ahora que pertenecía a un clan, mi cabeza valía un poco más que cuando salí de la villa. Recomendaron que primero fuese a Gludin a los campamentos Nahum y luego buscase en los pantanos adyacentes a la torre de Cruma.
Luego de eso nos separamos hacia varios lados, Ishkur y su jefe volvieron al reino de Goddard, mientras que Talho fue a Giran a realizar unos negocios, por lo que quedé sola en Gludin, una gran ciudad desconocida para mí, pero de gente agradable y sencilla.
A la mañana siguiente, y siguiendo las instrucciones de el tabernero, me dirigí a los campamentos Nahum, esperando pasar allí no más de dos días. Sin embargo, cada vez que mataba a un guardia, aparecía otro, y otro…y así hasta que se hacía de noche y debía armar rápidamente una fogata en alguna colina adyacente para evitar emboscadas de estos seres. Fue en esas noches, en las que me di cuenta, en que cada cierto tiempo, la luna se transformaba en una esfera siniestra, que parecía tener un ojo que todo vigilaba y acechaba. Cada vez que dirigía mi vista al cielo, sentía ese terrible escalofrío de que algo malo iba a ocurrir. Y así volaron tres semanas de arduo entrenamiento, y regresaba a Gludin con el propósito de viajar a un lugar que siempre quise ver.

Así, inicié un doloroso viaje de vuelta a mi villa – si se preguntan por qué doloroso, sólo usen el sistema de gatekeeper – donde pasé un par de horas con mis padres y hermanos, para luego dirigirme a mi arriesgado objetivo: las cataratas de Undine.
En verdad el trayecto no fue difícil. Gracias al entrenamiento que había hecho en Gludin, las peligrosas arañas del bosque caían como plumas ante mi espada. Así, llegué al amanecer a las cataratas de Undine, y el viaje sí que valió la pena. Tras hacer algunos malabares para alcanzar las rocas del centro del lago, miré al frente y se imponía ante mí una imponente cascada, que a su caída lograba un enorme arcoiris y cuyas aguas reposaban tranquilas en el lago sobre el que estaba. Deseé quedarme allí un par de días y disfrutar este paisaje prohibido antes para mí, porque esta cascada es el límite entre las tierras de los altos elfos y de los oscuros. Pero algo interrumpió mi pensamiento, algo se movía en las orillas del lago. Me volteé a observar, pero no había nada. Fue entonces cuando sentí una brisa en mi espalda y una voz en mi interior que me gritaba “¡¡DESENFUNDA!!” y así lo hice.




No sé de dónde había salido esa voz, pero me salvó la vida. Frente a mí se hallaba la espada de un elfo oscuro, el cuál me miraba con ira. Su brazo era fuerte, me costaba mantener su espada a distancia, así que lo empujé hacia atrás y le grité.

  • ¡¡Qué quieres de mi, elfo oscuro!!-
Sonrió malvadamente y me dijo.
  • La cabeza del elfo que se me designó asesinar hace quince años.- Y se arrojó hacia mí.
No hallé qué hacer, sería dificultoso huir por el agua y por las rocas sería lento. No me quedaba más opción que correr por las rocas hacia el bosque. Sabía que voltearme era peligroso, pero más aún era irme de nuca, por lo que rápidamente me volteé y emprendí una loca carrera a la orilla. Una vez allí y sin detenerme, corrí hacia los bosques, supuestamente mi fuerte, pero un fuerte dolor en mi pecho me detuvo y di media vuelta justo para detener una estocada que al parecer iba directo a mi cuello. Allí no quise más, o me deshacía de él, o lo mataba. No sabría cómo describir la batalla que siguió, cada uno golpeaba lo más rápido y fuerte que podía mientras nos adentrábamos a los bosques. No sé cuanto rato hayamos estado así, pero en cierto punto, se habían acabado mis soulshots y había empezado a sangrar, sin embargo él aún se mantenía íntegro. Ya no daba más. Repentinamente tropecé con una pequeña piedra y caí de espaldas. No tenía fuerzas para ponerme de pie, retrocedí hasta toparme con un árbol y miré con odio al elfo oscuro. Había perdido mi capacidad de enfocar la vista. Fue entonces cuando, resignada a lo que pudiese ocurrir, le dije.

  • Si voy a morir en tus manos, al menos dime tu nombre.-
En ese momento logré enfocar la visión y di en la cuenta que se hallaba frente a mí, a pocos centímetros, cara a cara con su espada cerca de mi cuello. Pude ver tristeza en sus ojos, y algo en mi vientre se movió.
  • LyonDarklight.- Dijo, luego alzó su espada y la dirigió a mi pecho.

C.1

Capítulo 1
Gludio, los hermanos y la prueba de Caballero.

El viaje vía Gatekeeper no fue algo que podría clasificar como cómodo: Apenas pagué la cantidad requerida, apareció bajo mí un agujero negro y me succionó. Segundos después me hallaba sobando el trasero por el golpe, dado que el agujero me dejo caer tres metros sobre el piso. Me pregunté seriamente cuánto les costaba implementar algún tipo de colchón para evitar esos aterrizajes.
Sin embargo, el dolor de la caída pronto se fue, siendo reemplazado por la sorpresa. La verdad me esperaba mucho más de la ciudad de Gludio, pero su gente me fascinó. Vi humanos seguidos por extraños felinos que caminaban en sus patas traseras, enormes e imponentes orcos negociando con bajos y panzones enanos de barbas trenzadas. Y lo más sorprendente: llegué a ver a un grupo de todas las razas hablando en una mesa a la salida de una taberna. Jamás llegué a creer que todas las razas pudiesen congeniar dentro de una ciudad así.
Ensimismada en esa visión, no dí en la cuenta de que había un saco lleno de materiales frente a mí y me vi cayendo de cara al suelo, hasta que sentí algo que me agarraba desde la espalda de mi armadura ligera.
  • ¡Ea, joven elfa! Había oído que tu raza era distraída pero jamás a tal extremo.-
Avergonzada miré hacia arriba y me topé con dos rostros humanos. Un joven y una dama me miraban mientras sonreían. Rápidamente me puse en pie y le pedí disculpas a la enana dueña del saco. Los humanos me invitaron a beber algo a la taberna, y como no tenía dinero, no me pareció mejor idea la invitación.
  • Así que es la primera vez que sales de tu aldea.- Dijo algo asombrada la joven, la cuál tenía el cabello de un color azulado tomado en una coleta baja, y vestía un traje azul marino.- Entonces también debe ser la primera vez que nos ves, al igual que las otras razas…me recuerda a mis días cuando salí de mi bella Talking Island…-
  • Cof, cof…hace 2 meses…- carraspeó el joven de cabellos castaños (que por algun motivo le tapaba un ojo, llegué a pensar que era tuerto, pero luego me di cuenta que no era así), que llevaba una lujosa armadura blanca y a su espalda un bello arco.
  • Por cierto, ¿ustedes cómo se llaman?- Pregunté dándome cierta confianza después de la primera Hidromiel.
  • Mi nombre es Ishkur y mi hermana se llama Talho.- Sonrió el humano.- ¿Y tú?
  • Ahm…me llamo Minfe.-
  • Bonito nombre.- Dijo Talho jugando con la bombilla de su escarchado.- ¿Y ya has pensado en el trabajo que tomarás?-
Esa pregunta me recordó el problema. No me faltaba mucho para poder ejecutar el cambio de profesión, pero no sabía qué camino tomar.
  • La verdad…Aún no sé qué profesión seguir.- Respondí algo triste. Los hermanos se observaron fijamente durante un rato y luego Ishkur me preguntó:
  • ¿Has pensado en ser caballero élfico?-
  • ¿Caballero élfico?
  • Son los que se manejan más con espadas.- Explicó la chica.- De caballero élfco puedes optar por ser swordsinger, que son guerreros que suben la moral a sus compañeros a través de bellos cantos, o un caballero del templo, que son guerreros que tienen cierto dominio mágico.-
La explicación de Talho hizo que de inmediato apareciera una idea en mi cabeza.
  • Cuando entrené en la villa, siempre me manejé mejor con espadas que con los hechizos. Y una vez casi le perforé la cabeza a un compañero tratando de usar un arco. Entonces…¡Está hecho!- Exclamé saltando de la silla.- Apenas consiga el nivel necesario haré la prueba para….emh…¿dónde se hace la prueba?-
Los hermanos reventaron en risas. Tal vez mi expresión era demasiado ridícula.
  • Ay…la prueba empieza aquí, en Gludio. Pero aún te falta un poco. Pero si quieres acelerar el proceso yo te puedo ayudar.- Sonrió la chica.- Hermano, me quedaré un tiempo con Minfe para supportearle hasta que llegue a un buen nivel, ¿Te parece?-
  • Por mi no hay problema.- Respondió Ishkur poniéndose en pié.- Creo que hay problemas con el clan, esteré escribiéndote, hermana.- Dijo retirándose ráudamente.
  • Por cierto, Talho... ¿De qué manera tú me ayudarás?-
  • ¿Has oído hablar de los profetas?- Preguntó Entusiasmada.
  • Ehm…..yooo…..no.- Sonreí avergonzada.Talho se decepcionó un poco y luego se puso de pié.
  • No importa, de pie ya, que nos vamos a cazar a las barracas de los hombres lagarto.-

Lo que luego siguió fue sorprendente. Jamás había visto habilidades como las que tenía Talho, me gritó algo y sentí que me hacía más fuerte y caminaba más rápido, los golpes de los monstruos ya no dolían tanto y caían como sacos de papas. A los tres días de cacería ya estaba lista para convertirme en caballero élfico.

  • Minfe, una vez inicies tu prueba no podré ayudarte, pero te estaré esperando aquí en Gludio una vez estés lista.¡ Vamos que tú puedes!- me animó mientras entraba temerosa a la guild de los guerreros.

La primera parte de mi prueba fue fácil. Talho me había enseñado dónde había que golpear a los no muertos para que se desarmasen, luego me enviaron con un herrero en Gludín (vaya ponchera de cobre!, pensé al verlo) y el muy avaro a cambio de la forja me mandó a cazar novatos Nahum. Una vez le entregué los objetos (y le saqué en cara los pedazos de heridas que conseguí), volví a Gludio. Allí me esperaba ansiosa Talho y el jefe de la guild. Me nombró caballero y me dio unas nuevas habilidades. Justo estábamos celebrando cuando llegó Ishkur junto a un sombrío elfo oscuro que no dejaba de mirarme; sentí miedo hasta que el elfo oscuro se sentó al lado mío y me dijo:

  • Así que tú eres la chica de la que Ishkur hablaba. Veo que ya eres caballero, así que te haré una propuesta…¿Te gustaría entrar a mi clan?-

Lo miré con sorpresa, me sonreía. En la villa siempre se nos había metido el miedo de que en todos lados nos acosarían, pero él me había invitado a un clan. No supe qué responderle

Intro

Introducción


Poco tiempo llevo en el reino de Aden y ya tengo tantas aventuras que contarles. Tal vez unas sean tontas, otras sin solución;¡Pero qué más da! Esta es la historia de una dama que canta con su espada, esta es mi historia.

Hasta que tuve 20 años nunca salí de mi villa salvo para visitar a nuestra noble madre árbol, o a jugar con otros aprendices a las orillas del lago que está bajo nuestro humilde hogar. Allí cantábamos y nadábamos, sintiéndonos agradecidos de ser los hijos de Eva. Como altos elfos, siempre nos vimos orgullosos de servir a los bosques y por eso cada día entrenábamos arduamente para cuando llegase el día de nuestra prueba, cuando nos dejasen ir fuera de nuestra villa y explorar el mundo donde están esas criaturas llamadas humanos, orcos y enanos. Escuché que los orcos son bravos, los enanos inteligentes y los humanos son tantos como las gotas de agua en un lago. Estaba ansiosa por salir, exceptuando por una cosa.
Desde pequeños se nos advirtió de un peligro muy grande para nuestra raza, del cual nos debíamos proteger a toda costa. Ellos eran los traidores, los elfos oscuros, quienes corruptos por el poder nos taricionaron hace mucho y sufrieron las consecuencias. Según nos relataban los ancestros, ellos siempre han tenido una sed de venganza con nosotros y siempre nos vigilan esperando el momento oportuno para acabarnos. Tal vez por ese terrible temor haste ese entonces sentía que cuando me bañaba en el lago algo me observaba.

El día que cumplí 20 años, se me llevó ante Nerupa, quien se encarga de la prueba final y me hizo montar una cacería por mi misma. Uf, jamás había pensado que todo ese tiempo me había hecho tan fuerte con la espada. Mis padres se mostraron orgullosos de mí y mis amigos alegres a la hora en que fui nombrada aprendiz.

Pero aún no sabía que camino elegir.

Pasó algo de tiempo y no quise alejarme demasiado de mi aldea, porque allí había lo que necesitaba cazar y no me hacía mayor dificultad. Los guardias me enseñaron a usar una extraña pastilla llamada soulshot -aunque no entendí qué quisieron decir cuando me advirtieron que bajaría mi líbido- y aspi seguí hasta que sentí que era hora de dejar mi pueblo. Así, me dirigí a la ciudad Humana de Gludio.

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