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C.3

Capítulo 3

Revelaciones

Cerré los ojos esperando el final, furiosa conmigo porque no había podido derrotarle. Fue entonces cuando sentí un ruido sordo y algo que caía a mis piernas. Abrí los ojos y frente a mí se hallaba una enana de cabellos rosa oscuro y ojos rojos que me miraba fijamente. A mis pies se hallaba el elfo oscuro, inconsciente por obra del martillo que llevaba la joven en su mano. Ella lo pateó hacia un lado y se acercó a mi sacando e su bolso unas telas muy delgadas.

- ¿Estás bien, elfa?- Me preguntó mientras ponía las telas donde sangraba.

- Sí, muchas gracias….ehm…-

- Mora.- Dijo la enana sonriendo mientras tomaba mi brazo con el propósito de tratar de levantarme. Después de ciertos esfuerzos, me pude poner en pié y apoyarme en el árbol, mientras Mora ataba al elfo a tal modo que podía arrastrarlo cómodamente hasta la villa. El camino de regreso no fue tan lento como esperé. Las vendas que la enana me había dado cerraron rápidamente mis heridas, y el elfo nunca se dio cuenta hacia dónde íbamos, porque cada cierto trecho, mora lo hacía chocar a propósito con alguna roca, o le daba un leve martillazo en la nuca –se lo merece- argumentaba, mientras subíamos el puente que nos llevaba a la villa flotante de los elfos.

Una vez en la posada de la villa, atamos al potencial asesino a la silla y esperamos a que despertase, cosa que tomó bastante tiempo dado el trato que Mora le dio. Cuando empezó a retomar conciencia, las dos nos sentamos frente a él y lo observamos fijamente. Despertó lentamente y al darse cuenta de nuestra prescencia, se sobresaltó y preguntó.

- ¿Qué demonios hago aquí? ¿Por qué no me mataron?-

- Porque te mataremos poco a poco si no nos vas respondiendo.- Dijo Mora sonriendo de modo macabro mientras alzaba su martillo.

- Primero dinos ¿Por qué tienes que matarme?-

Miró hacia un lado molesto y respondió.

- Porque es mi misión cazar al elfo que se me designó cuando inicié mi entrenamiento para salir al mundo.-

Mora y yo nos miramos confundidas. Qué podía ganar un elfo oscuro cazando un elfo desde…

- Espera ¿Me has estado siguiendo desde que empezaste a entrenar? ¿Desde cuando es eso?-

- Y a ti que te impor-…- El elfo oscuro detuvo su mirada en el mazo de la enana, cuya trayectoria estaba dirigida justo a sus partes nobles.- Desde que tengo quince años. Si te ayuda, te espiaba cuando salías de la villa.-

Eso fue lo que colmó el vaso. Si me había visto cuando salía de la villa, también me debió espiar mientras me bañaba. Tomé el martillo de Mora e hice lo que ella haría si se llegaba a revelar.

- ¡Minfe, así lo terminarás castrando!- Exclamó la enana luego del golpe. Rápidamente me quitó el mazo y lo guardó.

- Creo que eso es todo. El resto lo averiguaré con Scott.- Dije envuelta en la ira mientras salía de la habitación.- Mora, si puedes suéltalo lejos de aquí.- Terminé cerrando la puerta de un golpe y saliendo a las terrazas del templo de Eva, esperando poder relajarme un poco allí.

Las terrazas del templo me traían recuerdos agradables de cuando era pequeña. Siempre que me sentía sola salía allí y contemplaba el lago a los pies de la aldea. Ahora estaba igual. Sólo que algo me incomodaba.

A pesar de los comentarios pedantes que había hecho Darklight, se veía triste y de algún motivo algo hacía que me sintiese incómoda. Tal vez fuese porque casi me mató, pero con los elfos oscuros del clan no llegué a sentirme así. Al rato lo olvidé por completo y me quedé observando las estrellas hasta que empezó a amanecer. En unas horas más quería volver a Dion para entrenarme. Pero antes quería agradecer la ayuda de Mora, por lo que regresé a la posada por ella. Al entrar a su habitación me di cuenta que el casi asesino ya no estaba, por lo que me relajé y me senté cerca de la ventana.

- Lo llevé hasta la gatekeeper y ella se encargó del resto.- Dijo la enana bebiendo una taza de una hierba llamada Té.

- No sé como podría pagar el gran favor que me has hecho, Mora.-

Ella interrumpió el trayecto de la taza a la boca y me miró fijamente.

- Hay una forma. Verás, algunos enanos aparte de nuestros trabajos como recolectores o herreros, nos hacemos comisionistas.-

- ¿Comisionistas?-

- En palabras sencillas. Somos apadrinados por uno o dos guerreros, los cuáles nos pasan lo que quieren vender. Así no gastan tiempo en los mercados de Giran y pueden entrenar mientras nosotros ganamos una pequeña comisión por las ventas.- Respondió dejando su taza en un pequeño plato.- Al decir pequeña comisión me refiero a un 20% de las ventas totales en un día.-

- Considerando que te debo la vida y que realmente no me importa mucho cuánto dinero saque, acepto la oferta.-

En el momento que dije acepto, Mora sacó de su bolso un pergamino limpio con brillantes letras en tinta negra:

“Yo, _______________________, el día __________________, he conferido a Mora, enana de las tierras del norte, mis derechos de venta comisionada. Así, ella y sólo ella puede realizar transacciones con los artefactos a que yo iré entregando cada cierto tiempo, recibiendo una comisión del 20% sobre las ventas totales diarias. Séllese este acuerdo bajo el contrato.”

Saqué mi pluma y llené los espacios correspondientes. Luego las dos firmamos y ella guardó el contrato. Quedamos de acuerdo en escribirnos cada vez que tuviese objetos para venta, Así ella no se movería mucho de Giran. Así, nos separamos en Dion, ella se dirigió a la ciudad del comercio y yo me dirigía a mi siguiente objetivo: Los pantanos de la sombría torre de Cruma.

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