Capítulo 2
Darklight
Darklight
Tanto la profeta como su hermano me miraban Atentamente, cosa que me ponía el doble de nerviosa. Después de un rato de pensarlo miré al elfo oscuro y le dije:
- No pierdo nada con unirme a su clan, por lo que aceptaré feliz su propuesta.- Respondí tratando de parecer lo más seria posible. El elfo oscuro sonrió, miró a Ishkur e hizo un gesto con su mano derecha. De inmediato Ishkur sacó de una gran bolsa de cuero y de ella una bella armadura color esmeralda.
- Es una armadura de Mithril, Grado D por supuesto.- Sonrió el arquero mientras me las entregaba y le pedía a Talho que me acompañase a los baños de la taberna a cambiarme de atuendos.
En los pocos años de mi vida, pocas veces había visto gente con armaduras pesadas y menos aún tuve la oportunidad de probarme una, por lo que a la profeta se le hizo un poco difícil enseñarme cómo usarla.
- Doy por hecho que con el yelmo, los guantes y las botas no tendrás mayores líos, por lo que vamos directo al grano. Esto – dijo levantando la parte inferior de la armadura- es lo primero que debes ponerte…se abre…por aquí – indicó unos broches plateados – y al ponértela se adaptará a tu cuerpo, póntelo.-
Los broches eran difíciles de separar y no sabía si el pantalón era a la cintura o a la cadera. Al ponérmelos sentí que mostraba mis piernas y al mirarme me di cuenta que lo que antes fueron pantalones ahora era una extraña falda de metal, con una especie de pantaloncillos negros ajustados por debajo. Lo mismo pasó con la parte de arriba, sólo que me complicó más debido a las intrincadas correas que poseía. Pero parece que me la puse bien, porque al salir a las terrazas de la taberna, Ishkur quedó boquiabierto y el elfo oscuro sonrió ampliamente. Me hicieron entrega de una nueva espada y escudo y me instruyeron para poder entrenar sin mayores altercados, porque ahora que pertenecía a un clan, mi cabeza valía un poco más que cuando salí de la villa. Recomendaron que primero fuese a Gludin a los campamentos Nahum y luego buscase en los pantanos adyacentes a la torre de Cruma.
Luego de eso nos separamos hacia varios lados, Ishkur y su jefe volvieron al reino de Goddard, mientras que Talho fue a Giran a realizar unos negocios, por lo que quedé sola en Gludin, una gran ciudad desconocida para mí, pero de gente agradable y sencilla.
A la mañana siguiente, y siguiendo las instrucciones de el tabernero, me dirigí a los campamentos Nahum, esperando pasar allí no más de dos días. Sin embargo, cada vez que mataba a un guardia, aparecía otro, y otro…y así hasta que se hacía de noche y debía armar rápidamente una fogata en alguna colina adyacente para evitar emboscadas de estos seres. Fue en esas noches, en las que me di cuenta, en que cada cierto tiempo, la luna se transformaba en una esfera siniestra, que parecía tener un ojo que todo vigilaba y acechaba. Cada vez que dirigía mi vista al cielo, sentía ese terrible escalofrío de que algo malo iba a ocurrir. Y así volaron tres semanas de arduo entrenamiento, y regresaba a Gludin con el propósito de viajar a un lugar que siempre quise ver.
Así, inicié un doloroso viaje de vuelta a mi villa – si se preguntan por qué doloroso, sólo usen el sistema de gatekeeper – donde pasé un par de horas con mis padres y hermanos, para luego dirigirme a mi arriesgado objetivo: las cataratas de Undine.
En verdad el trayecto no fue difícil. Gracias al entrenamiento que había hecho en Gludin, las peligrosas arañas del bosque caían como plumas ante mi espada. Así, llegué al amanecer a las cataratas de Undine, y el viaje sí que valió la pena. Tras hacer algunos malabares para alcanzar las rocas del centro del lago, miré al frente y se imponía ante mí una imponente cascada, que a su caída lograba un enorme arcoiris y cuyas aguas reposaban tranquilas en el lago sobre el que estaba. Deseé quedarme allí un par de días y disfrutar este paisaje prohibido antes para mí, porque esta cascada es el límite entre las tierras de los altos elfos y de los oscuros. Pero algo interrumpió mi pensamiento, algo se movía en las orillas del lago. Me volteé a observar, pero no había nada. Fue entonces cuando sentí una brisa en mi espalda y una voz en mi interior que me gritaba “¡¡DESENFUNDA!!” y así lo hice.
No sé de dónde había salido esa voz, pero me salvó la vida. Frente a mí se hallaba la espada de un elfo oscuro, el cuál me miraba con ira. Su brazo era fuerte, me costaba mantener su espada a distancia, así que lo empujé hacia atrás y le grité.
- ¡¡Qué quieres de mi, elfo oscuro!!-
- La cabeza del elfo que se me designó asesinar hace quince años.- Y se arrojó hacia mí.
- Si voy a morir en tus manos, al menos dime tu nombre.-
- LyonDarklight.- Dijo, luego alzó su espada y la dirigió a mi pecho.
Etiquetas: Historia
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